Mi día a día (II parte)

Este curso estoy flipando…. Sí, sí, flipando…. Me ha cambiado la vida! Me han dado mi petición número 1, el Cole que hay más cerca de mi casa… Tardo 15 minutos en llegar, en coche claro, porque el carril para bajar de la montaña no me lo quita nadie.

Además de las ventajas que tiene estar cerca de casa (me despierto a las 8 y no a las 6 y  media, llego a las 2 y 20 no a las 4… no hago tanta carretera, no sufre mi micromachine, no gasto en gasolina… y un largo etcétera…) lo más divertido es que estoy conociendo a gente de mi pueblo, conociéndolas yo, porque ellos y ellas ya me tenían fichada… tu eres la del cochecillo rojo ¿no?, tu eres la que compró la finca del Mirro ¿no?, ¿de verdad vivís allí?… son algunas de las preguntas que me hicieron al principio… algunos hasta sabían que trabajaba en Marbella! En fin, las cosas de los pueblos… Esto tiene muchas ventajas, puesto que me regalan cositas caseras, como carne de membrillo, pan de higo… cuando voy al pueblo siempre me paro a hablar con alguien… que me encanta… conozco a más gente que tiene fincas por esta zona… y sobre todo, me han aceptado muy bien, porque les ha gustado que elijamos su pueblo para vivir, eso sí algunas me dicen que por qué me he ido tan alto, que si no, podríamos quedar para tomar cafelito…

En fin, que no se si durará, pero por lo menos se que este curso me quedo aquí, y solo tengo que disfrutarlo.

Saludos

N

Con Chris Stewart y Ana en Álora

Hace como 3 o 4 años, cuando vivíamos en Coín, otro pueblo de la comarca en el que estuvimos un año de alquiler (antes de comprar en el campo no viene mal probar un tiempo de alquiler) en una de las visitas de la familia, mi padre apareció con varios periódicos y suplementos bajo el brazo. Ojeando las revistas me encontré un artículo de Chris Stewart que me llamó la atención, pues yo aún no sabía de su existencia. Al leer un poco la historia de este inglés me pareció un auténtico personaje, no sólo por haber pertenecido a una banda que ha hecho disfrutar a mis oídos centenares de horas (Génesis), también como emprendedor pues en el fondo me sentía bastante identificado con su aventura, yo en el fondo deseaba vivir una experiencia similar, de hecho estábamos en pleno proceso de búsqueda de casa en el campo. Lógicamente compramos su libro Entre limones el cual nos animó más en nuestra intención de vivir en el campo. La verdad es que nunca  imaginamos que acabaríamos en una movida tan parecida, en lo alto de un monte, sin luz ni agua corriente, un 4×4 para llegar a un cortijo antiguo…

Cuando echamos a andar el blog recuerdo una tarde que estuve buscando alguna dirección de mail para contactar con Chris, con la simple intención de que se divirtiese un rato con nuestra historia. No conseguí dar con el y el tiempo pasó…

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Un día con Lina

Lina y Antonio son nuestros vecinos más cercanos, viven a unos 2 kilómetros de nuestra casa pero aún así son “nuestros vecinos”. Ellos son cabreros, viven y han vivido toda su vida de eso. Son lo que aquí se llama Lagareños, personas que han nacido y viven en el campo.
Nos invitan muchas veces a comer, a cenar… no podemos pasar por delante de su casa sin que nos paren para darnos fruta, verduras, huevos… o charlar un ratito.
El otro día le propuse a Lina pasar alguna que otra tarde con ella, ayudarla y que ella a cambio me enseñe los secretos de la vida en el campo.
El Sábado fue el primer día, aprovechando que Lina ese día tendría que ocuparse de todo porque Antonio tenía que ir a Málaga, a las ocho y media de la mañana fui a su casa dispuesta a ayudarla en lo que necesitara.

Para empezar Antonio y Lina separaron a las cabras, los machos y los chivos de las hembras que posteriormente ordeñaríamos, yo hice de parapeto para que no se salieran del corral, me miraban como si no hubieran visto a otro ser humano en la vida…

Una vez las separaron,  nos fuimos a desayunar, huevos fritos con patatas, morcilla y un café, suena muy bruto, y no se si será el campo… pero a mi me sentó de escándalo.

Antonio se fue y Lina y yo volvimos al corral. Primero limpiamos los refrigeradores donde almacenaríamos la leche y comenzó el espectáculo.

Encendimos las máquinas, aunque antes lo hacían a mano, ahora ya están un poco mayores y lo hacen con una ordeñadora eléctrica
Lina iba metiendo las cabras de 6 en 6, entonces le poníamos las pezoneras y aquello empezaba a ordeñar, cuando a las cabras no les queda leche se nota a simple vista y entonces se las quitamos y se las ponemos a otras. Cuando hemos ordeñado a todas, abrimos una puerta, estas pasan a otro corral y Lina vuelve a meter otras 6, así hasta 200 cabras que ordeñamos.
Intenté ordeñar a mano, pero es bastante más difícil de lo que parece, apenas logré sacar unas gotas y decidí dejar a la experta que ordeñó a una para luego hacer un queso y natillas.

Nos fuimos a la cocina, Lina comenzó a hacer el queso. La leche tiene que estar recién ordeñada para que esté a la temperatura propia, la puso en un cubo y le echó lo que ellos utilizan para cuajarla. Esto es cuanto menos curioso, cuando matan a un chivo lechal, se aseguran de que tenga el estómago lleno de leche, entonces lo atan a un extremo y otro y lo sacan, de manera que queda como una bolsa que secan. Cuando está seca lo meten en la nevera y cada vez que hacen un queso le echan a la leche una pizquita de esto machacado y mezclado con sal, en cuestión de una hora la leche está cuajada. En este rato les pusimos de comer a las cabras, limpiamos el lugar donde se ordeña y nos fuimos al huerto a coger chícharos (guisantes) para un arroz que prepararíamos para comer.

Llegamos otra vez a la cocina, Lina comenzó a estrujar la leche ya cuajada separándola del suero y la iba metiendo en una tira de esparto con forma de círculo y apretando. Yo mientras desgranaba los chícharos y observaba este arte. Una vez tuvo el queso compacto lo metió en la nevera, donde soltaría el último suero y nos fuimos a pasear un rato a las cabras.

Llevaba su onda, es alucinante verla lanzar, parece mentira con la fuerza, velocidad y puntería que lanza las piedras. El paseo fue precioso, junto al arroyo que pasa por su finca. En este rato me contó algo muy curioso:

Hablamos de que a ella le cuesta mucho trabajo hacer el pan, teniendo en cuenta que amasa 40 kilos de harina, no me extraña, y después para meterlo en el horno de leña y sacarlo… son alrededor de 30 panes que congela y tiene para bastante tiempo, le dije que la próxima vez la ayudaría. Le pregunté por la levadura, y me contó que ella la tiene congelada, tres días antes de amasar la saca, y la noche antes de hacer el pan la aumenta con harina y agua y la “acuesta” (tapa con trapos o mantas). La levadura crece de una manera desmesurada según ella me cuenta, vuelve a coger un trocito y lo congela. Entonces le pregunté que la primera levadura de dónde la saca… me miro algo extrañada y me dijo que ella siempre ha tenido levadura, que se la dio su madre, a su madre su abuela y así… yo, tenía mucha curiosidad de cómo hacer levadura así que seguí preguntándole, ¿y si, por lo que sea, te quedas sin levadura?, me volvió a mirar como si fuera de otro planeta, y me dijo, “eso no puede pasar”. Yo continué, pero… ¿la primera levadura entonces de dónde se saca?… y su contestación fue… “pues cuentan que a una mujer se le apareció un cristo… o una virgen… y entonces hizo que el pan le saliera bueno y de ahí todas hemos conseguido nuestra levadura…”. Ahí queda eso… yo me quedé a cuadros.

Volvimos por el camino y guardamos a las cabras en un corral que tienen al lado del arroyo, fresquito y a la sombra. Nos mojamos los pies y volvimos a la cocina a preparar el arroz, al poco llegó Samu y después Antonio. Comimos mientras veíamos una peli de vaqueros en la tele… el día fue muy bonito y aprendí muchas cosas. Eso sí, no hice fotos, porque iba a ayudarla y no me parecía oportuno andar con la cámara como un japonés… ahora que la próxima vez hago fotos, porque hecho en falta poder ilustrar este post.

Mi día a día…

6:30 am. Suena el despertador, lo miro, lo apago, cierro los ojos….
6:45 am. Vuelve a sonar… ¡a la ducha!. Samu primero, yo aprovecho los 5 últimos minutos de la mañana en el calorcito de nuestra cama.
Nos vestimos… ¡Vamos tarde!
7:30 am. Cogemos el coche, conduce Samu.
7:50 am. Estamos en la estación de tren de Álora, Samu se baja, un beso, “ahora te llamo”… Entonces adapto el asiento, los espejos, subo el volumen de la radio y emprendo mi camino.
Dejo Álora a mi espalda, sigo por la A357, veo Pizarra a la izquierda y continúo. Llego a la autovía, 100 metros y me salgo dirección a Villafranco del Guadalhorce. Esta carretera no sabría como llamarla… estrecha, doble sentido, mal asfaltada, con boquetes, curvas, limitaciones a 30 Km/h…
En 10 minutos cojo la carretera de Cártama, llego a Coín y me desvío dirección a Marbella.
Monda a la derecha, sigo, Ojén a la izquierda, comienzo a ver el mar, una vista impresionante… 10 kilómetros de curvas… y estoy en Marbella.
8:50 am. Aparco. Aunque tengo carnet desde hace casi 2 años, llevo conduciendo unos 9 meses, y como en casa no tengo problemas de aparcamiento, todavía no se aparcar en línea, así que busco un lugar que se parezca a mi entorno natural…

Al salir del trabajo llamo a Samu, el coge el tren y lo recojo en la estación de Álora de nuevo.
Cuando contamos dónde vivimos y dónde trabajamos, algunos/as se echan las manos a la cabeza… otros querrían vivir en el campo pero les parece que no van a poder llevar este ritmo, o que les va a ser duro ir y volver todos los días. Está claro que vivir a 5 minutos andando de tu trabajo está bien, nosotros hemos estado así mucho tiempo, otros no tienen esa suerte y aunque viven en la ciudad tienen que estar una hora metidos en el coche, porque hay tráfico a esas horas o no encuentran aparcamiento… y encima cuando llegas a casa no tienes calidad de vida, escuchando a los vecinos continuamente, el ruido del tráfico, el chuleta con la música a todo volumen, la falta de espacio, la falta de sol y de aire puro… por eso ahora no nos cuesta hacer el camino  porque cuando llegamos a casa se nos olvida todo lo demás… Y Samu, pues ya veis, en tren, leyendo o incluso a veces echando una cabezada… Para nosotros esto es calidad de vida!

De puertas, ventanas y muro circular va la cosa

Las últimas semanas no nos ha cundido mucho, han sido pocos los días dedicados a El Agua. Entre semana no hemos parado y los findes han pasado volando, unos por trabajo,  otros estábamos agotados o hemos tenido visitas (descansar y disfrutar de familia y amigos es importante), la semana santa nos hemos escapado unos días a comernos unos caracoles en el Albaicín de Graná con la familia,  y la avería del micro-machine también nos ha afectado tanto logística como económicamente. Aún así hemos avanzado un poquito…
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El chorrillo de agua

A unos 50m. de la casa, donde aparcamos los coches, suele aparecer mucha humedad en la pared de piedra cuando llueve. Este invierno, con las intensas lluvias, ha brotado de la misma piedra un chorrillo de agua que avanza por el suelo hasta caer de nuevo en la cañada donde está el pozo unos 20 metros más abajo. La cuestión es que el otro día me quedé mirando el hilillo de agua en el suelo y me llamó la atención que siga brotando a estas alturas del año, ya pasado el invierno y las  lluvias. Tras comprobar el desnivel respecto al aljibe, decidimos poner una goma en el mismo suelo para que el agua se cuele y vaya a parar al aljibe, que estaba por la mitad … algo es algo no?

Lo curioso, y la razón de este post, es la importancia de un chorrillo de agua…

En 5 días  y 18 horas se ha llenado el aljibe!… esto quiere decir que han caído 11.460 litros en 138 horas. Osea 83 litros por hora, o lo que es lo mismo, casi 2.000 litros al dia!

Increíble, hemos llenado todos los bidones a nuestro alcance, incluso hemos rescatado de entre los trastos la vieja piscina de plástico para llenarla también…

La acumulación de agua de la lluvia, y de cualquier chorrillo!, es uno de nuestros proyectos que vamos a tener que acelerar… el agua es la vida!

Micro-Machine, un 4×4 para llegar a casa

Hace unos días el Micro-Machine, con tanta caña que le metemos, se puso «malito» y ha tenido que pasar unos días en el taller… ha sido entonces cuando hemos apreciado lo importante que es para nosotros un todo terreno para llegar a casa.
Cuando te acostumbras a llegar a tu casa por el carril más corto, sin apenas esquivar baches, cruzando un arroyo, chapoteando por el barro y subiendo una cuesta sólo apta para 4×4 te resulta desesperante tener que subir en un turismo a 2 por hora, por un camino más largo, de un lado a otro del carril para esquivar socavones,  gastando cuidao de no patinar, poniendo cara de estreñio cuando sientes una piedra pegar en los bajos del coche… y por supuesto que no haya llovido mucho!…
El principal inconveniente de los todo terrenos es el consumo, si además de bajar de la montaña te tienes que desplazar bastantes kilómetros para llegar al trabajo, el coche se convierte en una auténtica ruina. Esa fue una de las razones que nos hizo decidirnos por el Suzuki Jimny.
Nos costó bastante encontrar uno de segunda mano (por supuesto) que rondara los 6000 euros y no estuviese hecho polvo.
Al igual que el coche, el motor es muy pequeño con un consumo muy razonable. En realidad todo es pequeño… pero toda una máquina… un auténtico Micro-Machine…

Con lo chico que es, hemos subido y bajado 7 personas por la famosa cuesta (un auténtico tetris humano en un 4 plazas), hemos subido con el remolque, y por dicha cuesta, palets de macizos (media tonelada de ladrillos más los 200 kilos que pesa el remolque), hemos cruzado el arroyo en plenas inundaciones con una crecida bastante considerable, le hemos hecho más de 30.000 kilómetros en un año y medio, hemos ido 3 mas dos perros la compra y mochilas, nos han roto un cristal para robar unas gafas y una linterna (en la ciudad, claro), hemos tenido que esperar a que amanezca para bajar al trabajo porque nos quedamos sin luces, hemos visto a Tukshec (el perro de Peter, que nunca me acuerdo cómo se escribe) vomitar dentro de un bolsillo de mi mochila …  y algo muy significativo para mi… he perdido el estrés al conducir, porque como no corre, nadie te molesta…

Para vivir en la montaña se necesita un todo terreno (con reductora), que aguante… no lo confundáis con los «todo caminos», turismos grandes 4×4, con ruedas grandes (de carretera), un poco más altos de lo normal, carísimos y sin reductora, con lo que trepando a diario acabas comiéndote el embrague. Estos coches para escaparse a la casa de campo los fines de semana van muy bien, para ir a la sierra a esquiar es lo mejor, para salirte del asfalto de vez en cuando es un gustazo… o para los que necesitan un carro grande y caro para sentirse mejor…
… pero, por nuestra experiencia, para carrilear a diario, tragar polvo en verano, llenarse de barro en invierno, topar con una gran piedra camuflada tras un matojo y pegar un bote que se te levante el trasero del asiento (y no pasa ), cargar materiales, subir a toda la familia en un sólo viaje, disfrutar de subir una pendiente fuerte llena de piedras sueltas en primera corta a 5 por hora prestando más atención al paisaje que a los socavones… se necesita un todo terreno, que para eso están.

Bienvenido a casa Micro-Machine, nunca pensamos que echaríamos tanto de menos un hierro con ruedas…

saludos!

Mortero de cal en nuestras paredes

Cuando compramos la casa, en pleno agosto, una de las cosas que nos llamó la atención es el frescor que sentíamos al entrar en ella, una auténtica gozada, la diferencia de temperatura con el exterior era brutal, no necesitamos aire acondicionado!!. Los gruesos muros de piedra y barro y el techo de caña, barro, y teja árabe era la responsable de esto. La diferencia con la construcción típica de estos días no es sólo el grosor de las paredes, es el material de los mismos. No todos los materiales de construcción tienen cualidades «bioclimáticas». El cemento, por ejemplo, lo más usado hoy día, no tiene estas cualidades, no transpira, retiene la humedad (todos conocemos alguna mancha de humedad eterna en casa de alguien), no tiene plasticidad, es decir, se quiebra o se parte cuando no soporta alguna fuerza, y con los años se va degradando. Sus cualidades son en favor de la «construcción rápida». Es bastante más barato, y mediante aditivos se consigue que pegue, que fragüe con rapidez (21 días tengo entendido), y que tenga bastante dureza. La cal, sin embargo, es transpirable (las casas tienen que respirar), tiene cierta plasticidad, y no hablemos de durabilidad (preguntárselo a los romanos!).

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